jueves, 29 de septiembre de 2011

Una noche

Me voy a dar una vuelta por el templo de Debod, en Madrid. Me dicen que, por la noche hay asunto entre los matorrales. camino, subo y bajo terraplenes y no parece que haya mucho que ver.
Por fin, veo en torno a un asador algo de movimiento. Me aproximo y lo rodeo. Hay gente. pero no parece que haya mucho morbo. En la oscuridad distingo figuras que permanecen de pie. Miran y no hacen nada. Yo, tampoco. Me canso y me muevo un poco. Nada.
Me saco la polla y me la acaricio. Algunos hacen lo mismo por encima del pantalón, pero sigue sin haber acción. Sólo una pareja de muchachos se abrazan y se besan. Y poco más. He leido que hay mucho movimiento, pero yo no he encontrado nada.
Me marcho al Paw. Cinco personas. deambulo por la parte de abajo. Va entrando gente, pero no se anima casi nadie. Hay un muchacho regordete que se está masturbando. Me acerco a él, tiendo la mano y me la rechaza. Está bien. Siempre he creído que la libertad es precisamente la capacidad de poder decir no.
Una pareja se pone a follar debajo de la escalera. es una follada fantástica. Al rato el que se la está metiendo se marcha hacia el baño para quitarse el preservativo. Vuelve al rato y comienza una mamada al chico al que estaba follando. Se retira al rato. Y el mamado me mira y me hace una seña. Me acerco. Tiene una polla limpia y suave, no muy grande. Se la chupo un instante. Me está entrando sueño y pienso en irme.
Me viene a la cabeza el deseo de que me follen de una vez. Me subo al sling y me pongo dispuesto a lo que sea. Nadie hace caso. Debo de ser horrible, pienso. Pero, luego, no dejo que baje mi autoestima. Me comparo con los demás y estoy mejor que muchos. Delgado, el vello justo y cara agradable.
No, definitivamente, no soy feo.Y estoy bien.Será que no tengo suerte. Al final, moriré virgen. O casi.
Con buen humor, subo, pago y me digo: "Otra vez será, coño".